Acabamos de terminar el curso y nos vienen a la mente tres momentos de este año intenso. El primero, cuando un alumno nacido en Euskadi y de familia migrante, vino de la Azoka de Durango diciendo: “Ellos, los vascos, no son como nosotros. Nos tienen miedo”; o cuando otro alumno, al ver entrar en la sala del cine a alumnado de otro centro comentó: “Todos son iguales” (en referencia a su color de piel). Cruel constatación de la brecha social creada, entre otras causas, por la segregación escolar. El segundo momento, cuando alumnado de nuestro centro escolar logró una mención en la Zientzia Azoka de Elhuyar por un trabajo de investigación. Fiel reflejo del buen trabajo docente de nuestras compañeras. El tercero, y último, cuando el Departamento de Educación ofreció a nuestro centro, clasificado como altamente segregado, el proyecto Magnet. Claro ejemplo de evasión de responsabilidades por parte del Departamento de Educación. Vamos a explicarnos.
El proyecto Magnet, nos contaron desde educación, pretende revertir la segregación en nuestro centro
atrayendo alumnado de clase media mediante la formación del profesorado en nuevas metodologías por la fundación privada Jaume Bofill y mediante la alianza con una institución o una empresa privada referente de Gasteiz.
Como todo nuevo proyecto lo tomamos con ilusión y empezamos a recabar información proveniente de
Catalunya, donde ya ha sido puesto en marcha, para que nos ayudase a decidir y dar forma al proyecto. En el documento “Les aliances Magnet: innovació per combatre la segregació escolar” (AAVV) y firmado por la Fundación Jaume Bofill, se indica que en los centros segregados del proyecto Magnet se necesitan acciones complementarias por parte de Educación y citamos algunas: oficinas municipales de matriculación, garantía de la estabilidad de la plantilla, renovación de infraestructuras, reducción de ratios de alumnado, control y bloqueo de matrícula viva, corresponsabilidad de centros concertados con este tipo de alumnado, financiamiento no lineal de los centros según necesidades del alumnado, asesoramiento adecuado durante todo el proceso o mejora de las condiciones de las direcciones y docentes.
Con el esfuerzo que suponía llevar a cabo un proyecto piloto como éste, el claustro unido y motivado para empezar un desafío, en un ejercicio de responsabilidad, solicitó al Departamento algunas de las condiciones requeridas en el documento citado, que permitiese la adecuada implementación del proyecto: infraestructuras, dos liberaciones para ponerlo en marcha y formación y asesoramiento adecuado.
La respuesta de Educación fue que sólo garantizaban un curso de formación de 20 horas y una sola liberación por un año, aunque fuésemos un centro con tres etapas educativas (infantil, primaria y secundaria). Con respecto a las otras condiciones, nos indicaron que no éramos quién para exigir nada. Es decir, debíamos firmar un papel en blanco porque insinuaron que ya había otros centros que sino lo tomarían. Ante esta situación, el 80% del claustro decidió apostar por un proyecto pedagógico propio y rechazar el Magnet. El proceso de decisión fue democráticamente ejemplar y el empoderamiento del profesorado sobre sus propias capacidades para luchar por su escuela ha sido una muestra de dignidad e implicación. Nada más lógico que empezar la casa por los cimientos, sin pretender vender humo.
La filosofía del proyecto Magnet que quiere desarrollar Educación pone el foco en los centros segregados y da a entender que un cambio en nuestra labor docente, a bajo costo y sin las condiciones mínimas necesarias, cambiará la situación de segregación en nuestro centro. Si no ocurre así, parecerá responsabilidad del centro.
Esta estrategia tiene un nombre: ‘blame the victim’ (culpabiliza a la víctima). Mientras tanto nuestros dirigentes del PNV y PSOE que gobiernan Gasteiz (”ciudad segregadora” y no “educadora”) y el Gobierno Vasco, lejos de admitir la alarmante situación de segregación escolar y de implementar medidas eficaces, demuestran su evasión de responsabilidades al no afrontar la influencia crítica del actual sistema educativo dual público – privado en la segregación escolar.
Como profesores de la educación pública, orgullosas de nuestras compañeras, familias y alumnado de un centro segregado como Samaniego IPI, no podemos menos que señalar a la consejera Cristina Uriarte por su incompetencia para afrontar el drama de la segregación escolar y por eludir su responsabilidad mediante proyectos que carecen de las condiciones que los propios estudios señalan como necesarias. Señora Uriarte, ha demostrado soberbia al responder así a trabajadores comprometidos con su labor docente. No olvide las palabras de Paulo Freire “La confianza de la gente en sus líderes es reflejo de la confianza de los líderes en su pueblo”. Y usted terminará perdiendo la de la comunidad educativa, que formamos profesorado, familias y alumnado, si no tiene la suficiente dignidad de poner en el centro del sistema educativo uno de los mayores tesoros que tenemos como sociedad: la Escuela Pública Vasca.
Jon Muxika Perea
Idoia Larrinaga Mandaluniz
Irati Santi Gómez
Aitor Herraiz Alvaro
Profesoras de Samaniego IPI